El programa puesto en marcha por la Diputación Foral de Bizkaia para la gestión del alimoche -el ave que se encuentra en una categoría más alta de amenaza de extinción a escala global de cuantas hay en Euskadi- ha conseguido grandes avances en la conservación de esta especie. Si en 2008, 2009 y 2010, antes de poner en marcha este programa, volaban con éxito entre 6 y 8 pollos nacidos en el territorio, esta cifra se triplicó hasta llegar a los 20 en el año 2020. Hoy, además, existe un dormidero en el que este año se han detectado hasta 106 ejemplares subadultos -en el año 2018 se contabilizaron 40- y se han localizado 22 territorios ocupados por parejas reproductoras, 19 de las cuales realizaron puesta, si bien sólo 12 de las parejas sacaron adelante 15 pollos.
Los datos recogidos por el equipo de treinta personas que se encarga de desarrollar este programa confirman la progresiva mejora de la situación de esta especie en nuestro territorio. En la primera década de este siglo aún había en Bizkaia un número notable de territorios (entre 19 y 23), pero un porcentaje muy elevado de ellos ni siquiera conseguía comenzar la reproducción y el número de pollos era muy bajo. Cuando se inició el proyecto de gestión de la especie, se arrastraba una dinámica negativa difícil de superar, por lo que en los primeros años hubo un declive de territorios (llegaron a ser sólo 18 territorios), pero se consiguió frenar ese declive y en los años siguientes la mayoría de parejas territoriales comenzaron la reproducción y, también, se fue incrementando el número de pollos que volaban con éxito, hasta triplicar las cifras de 2008,2009 y 2010.
Incluso pese a que en el año 2022 se haya reducido la productividad de las parejas de alimoche con respecto a los dos años anteriores por la pérdida de varios nidos y por el menor número de parejas con dos pollos (3 menos), estos resultados siguen siendo positivos, ya que este es el cuarto ejercicio con mayor número de pollos volados desde 2000. Además, en este retroceso de la productividad ha influido la meteorología de este verano, con varios días en los que se superaron los 40 grados de temperatura, lo cual ha sido la causa probable de la muerte de varios pollos de nidos situados con orientación sur y oeste.
En la actualidad, el equipo que se encarga de la gestión de esta especie tiene localizados 110 nidos de 25 territorios que han sido utilizados alguna vez entre el año 200 y 2022. Es necesario tener en cuenta que los alimoches suelen tener un nido ‘favorito’ en el que anidan todos los años, pero cualquier molestia o suceso provoca que cambien a otro emplazamiento, que puede ser uno de los nidos alternativos que tienen en su territorio o un nido nuevo. Algunos territorios tienen hasta ocho nidos alternativos, mientras que en otros sólo hay uno.
Por otro lado, el dormidero localizado en 2018 y en el que se reunían entonces 40 ejemplares subadultos ha acogido este verano hasta 106 individuos. Este lugar tiene una gran importancia para el futuro de la población de alimoches, ya que los dormideros son enclaves en los que se forman parejas y de los que salen los ejemplares que van a sustituir las bajas de los territorios ocupados tanto de Bizkaia como de las CCAA vecinas. De hecho, la creación de dormideros para retener subadultos es uno de los pilares principales que se persiguen en muchos programas de conservación.
Seguimiento a la especie
La Diputación Foral de Bizkaia inició en el año 2000 un seguimiento intensivo a largo plazo del alimoche. En ese momento, se conocían en Bizkaia 19 parejas reproductoras sobre las que se desplegó este seguimiento, consistente en la localización de todos los territorios donde estaba presente, la identificación de los adultos territoriales, el seguimiento de la puesta hasta el vuelo de los pollos, el anillamiento de estos últimos y su análisis y, por último, el estudio de otras cuestiones consideradas de relevancia como la dieta de la especie o la selección de hábitat.
Durante ese seguimiento, en la primera década de trabajo, el equipo constató la sensibilidad que presenta esta especie a las molestias y cambios de hábitat alrededor del nido. Se demostró que el éxito reproductor de las parejas de alimoche estaba condicionado por las molestias durante la reproducción y las lluvias fuertes en primavera avanzada y principios del verano.
Los alimoches son aves longevas que pueden vivir varias décadas debido a su forma de vida y a su extraordinaria inteligencia, que los hace ser muy cautos. De hecho, algunos de los ejemplares que crían o han criado en los últimos años en Bizkaia lo hicieron muy probablemente durante los años 80 y anteriores, cuando las aves rapaces seguían siendo perseguidas. Estos alimoches sobrevivieron manteniendo las distancias con las personas y extremando las precauciones en las inmediaciones del nido, donde son más vulnerables. Este comportamiento esquivo se ha mantenido hasta hoy y hace que ante cualquier molestia en los alrededores del nido, la pareja no entre a incubar los huevos o a atender a los pollos, quedándose en alerta hasta que la amenaza se va. Si esta amenaza es de poca intensidad y no se prolonga mucho, el efecto de este comportamiento apenas se nota. Pero si la molestia es intensa o dura varias horas seguidas, el efecto se incrementa y puede llegar a causar la muerte de los huevos o los pollos por el abandono de sus progenitores.
Proyecto de gestión a la carta pionero en el Estado y en Europa
En los tres últimos años de la primera década de este siglo sólo volaron en Bizkaia entre 6 y 8 pollos por año, unas cifras insostenibles y que hicieron que se pusiera en marcha un proyecto de gestión a la carta del alimoche que sería pionero en el Estado y en Europa. De esta manera, a las labores de seguimiento que se venían realizando se le sumaron otras actuaciones de tipo normativo dirigidas principalmente a regular la actividad humana alrededor de las zonas donde anida esta especie. Así, se regularon la escalada (año 2010), las pruebas deportivas en la Red Natura 2000 y en torno a los nidos de alimoche (año 2010), así como las actividades forestales y obras en las zonas de nidificación, además de aprobarse el plan conjunto de gestión de los alimoches en Euskadi (año 2015).
Cada año, a finales de febrero, antes de la llegada de los alimoches a Bizkaia, se consideran los 110 nidos conocidos y se delimita un área de protección de los nidos de un kilómetro de radio en donde se regulan temporalmente las actividades. A finales de febrero y principios de marzo, nada más detectarse los primeros alimoches, se comienza a revisar los territorios y chequear los adultos para detectar aves anilladas y confirmar que llegan los dos ejemplares de cada pareja.
En marzo y comienzos de abril se intensifican los seguimientos para detectar comportamientos de cortejo, construcción del nido y primeras puestas. Una vez que se van localizando los emplazamientos de nidificación de ese año, el equipo que realiza el seguimiento notifica a los responsables del Servicio de Patrimonio Natural del Departamento de Sostenibilidad y Medio Natural y a los guardas forestales para desarrollar el protocolo de gestión. Así, una vez se conoce el nido activo se levantan las restricciones temporales de los otros nidos alternativos, siempre que no afecten al ocupado.
En mayo y junio se revisan los nidos para certificar la correcta progresión de la nidificación o confirmar fracasos. En muchos casos, el interior del nido no se puede observar a distancia, por lo que el estado del mismo se evalúa conforme al comportamiento de la pareja de adultos. A finales de junio y durante el mes de julio arranca el protocolo de anillamiento de los pollos en el nido.
Durante todo el seguimiento de los nidos, además, se controlan las actividades que se desarrollan en las zonas restringidas, parando aquéllas que puedan causar la muerte de los huevos o los pollos.
A medida que se confirman los vuelos de los pollos y el abandono del territorio, se levantan las restricciones para que las actividades puedan proseguir.
El alimoche
Es la rapaz necrófaga de menor tamaño de Europa, con un peso en torno a los 2 kilos y una envergadura alar de entre 1,6 y 1,7 metros. Se alimenta de animales muertos, sobre todo pequeños animalitos (mamíferos, aves, reptiles y anfibios) que encuentra en sus interminables vuelos de campeo. También aprovecha las grandes carroñas de ganado doméstico, valiéndose del trabajo de los buitres leonados para abrir y trocear esas carroñas. Además, se alimenta con frecuencia de excrementos frescos de ganado, para lo cual anda tranquilamente por los prados entre las reses, sin causarles molestia alguna.
Se trata de una especie migradora, que viene a Europa a reproducirse: llega en febrero y abandona este continente en septiembre-octubre. El otoño-invierno lo pasa en el África subsahariana, aunque en los últimos años se ha ido estableciendo una población invernante en el suroeste de la Península Ibérica, algo que puede entenderse como una respuesta ante el cambio climático.
En la segunda mitad del siglo XX se dio un declive acusado de la población europea y global del alimoche, de manera que esta especie desapareció de numerosos países y llegó a estar en una situación crítica a escala global, lo que propició que se catalogase como especie en peligro de extinción. Así, de todas las especies de aves que hay en Euskadi el alimoche es la que se encuentra en una categoría de amenaza más alta a escala global.
Se estima que en el mundo quedan entre 12.000 y 38.000 alimoches, En Europa habría entre 3.195 y 4.832 parejas, de las que 1.506-1.558 se reproducen en el Estado. En Euskadi, los últimos datos muestran una población de 55 parejas reproductoras. Así pues, la Península Ibérica resulta uno de los bastiones de la especie en el mundo, donde están las claves para su conservación. En Euskadi hoy en día la población muestra valores positivos de crecimiento, lo que sin duda es positivo desde el punto de vista de conservación de la especie.